

Una inmensa, gigantesca, emocionante corriente de ternura hizo temblar el piso del gobierno fascista de Javier Milei. Mañana, el poder podrá contarlo como quiera, la determinación política de decir no a su política de exterminio y a sus discursos de odio se siente en el cuerpo, en la alegría de millones de personas que recuperaron, en una tarde de calor intenso, la capacidad de reacción. Los números son desorbitados, las imágenes que llegan de distintas ciudades y pueblos del país contagian rebeldía. Desde otros países surge una alerta antifascista: podrán creer que tiene viento de cola la ultraderecha, pero no se confíen. En Berlín, en Londres, en Roma, en Barcelona, en Perú y en Chile las manifestaciones de solidaridad también fueron enormes.
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