

Por: /infoydata.com/
El 1º de julio de 1974, la muerte del teniente general y Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón. Conmocionó a la Argentina y, por qué no decirlo, a todo el mundo.
Su deceso se produjo en medio de un país convulsionado y con su partida se apagó un mito viviente. Un mito que iba a marcar para siempre el pasado, el presente y el futuro argentino, ya sea idolatrado o combatido.
Arturo Jauretche, de quien el pasado 25 de mayo también se cumplieron 50 años de su fallecimiento, decía que “Hasta que un día el paisano acabe con este infierno, y haciendo suyo el gobierno, con solo esta ley se rija: o es pa’ todos la cobija, o es pa’ todos el invierno”.
Quizás esa frase sirva para desenredar la punta del ovillo que explique la irrupción del peronismo y su máxima figura.
El peronismo es el hecho maldito del país burgués. Lo definió John William Cooke, el hombre que fue Jefe del Movimiento Peronista ungido por Juan Domingo Perón, en una carta desde Caracas, Venezuela, el 2 de noviembre de 1956. La aparición de Perón fue “la piedra en el zapato” del poder establecido y enfrentó claramente a la oligarquía con la movilización de los trabajadores.
No es la intención de esta nota entrar en un repaso histórico del peronismo. Si no que se trata de desentrañar cómo se entiende hoy la figura de Juan Domingo Perón, en un país sumido en la recesión económica. Con miles de trabajadores despedidos y el Estado enfrentando un brutal ajuste que lleva adelante el presidente Javier Milei, que se autoproclama anarco-libertario.